De Christopher, voluntario en Montevideo (Uruguay):
El Cottolengo es un espacio dispuesto para chicos con necesidades especiales de distinta índole. En Uruguay hay dos centros, uno masculino y uno femenino, más algunos centros extra para períodos de vacaciones o casos particulares. Hasta antes de llegar a Uruguay no conocía la existencia de estos lugares, pero están en muchos países. Desde que comencé a asistir a este apostolado me robó el corazón, aquí me siento un niño aprendiendo nuevamente de la vida, de la importancia y valor de la sencillez, del amor sincero, del desinterés y la humildad.
Aquí me hice amigos y hermanos que siempre me esperan con alegría y ganas de conversar, al entrar nos recibe Fernando, el portero que siempre con bromas nos da energía para ingresar. Luego de cruzar las dos puertas, puedes maravillarte con los grandes espacios donde nuestros amigos hacen su rutina cotidiana. Más adelante, antes de ingresar al edificio principal nos espera “Palito”, un chico con síndrome de Down que con una sonrisa y unos brazos extendidos te llama para que lo saludes y te sientes a su lado a jugar con él. Bueno, se preguntarán el porqué de su apodo. Palito tiene un pasatiempo que es recolectar ramitas de los árboles del suelo, luego quita su corteza y les hace un pulido. Sus palitos son los mejores y por supuesto que son con estos palitos que juega con sus amigos.
Otro amigo que me hace sentir en casa es un pequeño llamado Jean Paul, ¡que desde que apenas me ve (y sin importar la distancia) comienza a gritar “amigooo!”, corriendo hacia mí, con los brazos extendidos y una sonrisa de oreja a oreja. Ojalá todo el mundo tuviera un Jean Paul que, hasta en los peores días, te pudiera sacar una sonrisa.
Y por supuesto no puedo olvidar a los más cercanos amigos que me hice aquí. Osle, Javier y Aníbal. Ellos son mi visita obligatoria, no puedo pasar y no ver, aunque sea uno de los tres. Todas las semanas nos molestamos, hablamos de fútbol, jugamos cartas o simplemente charlamos de nuestras vidas, a pesar de todo, nos alegramos de las pequeñas alegrías que vivimos aquí.
Sin lugar a dudas, el Cottolengo es mi lugar favorito.
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